Vaigash: Yosele el miserable santo

Parashat Vaygash por el Rabino Ilan Rubinstein

“Y contarán a mi padre todo mi honor en Egipto y todo lo que han visto, y se apresurarán a traer aquí a mi padre” (Bereshit 45:13).

Aquí llega a su fin el suspenso en la historia de Yosef y sus hermanos. Luego de un emotivo alegato de Yehudá en defensa de su hermano Biniamín, Yosef se revela a sus hermanos y les pide que le informen todo lo acontecido a su papá Yaakov y que lo traigan a Egipto.

Yosef llevaba 22 años de no ver a su papá, ni si quiera se había contactado con él para informarle que seguía vivo.

Entonces ¿Por qué recién ahora le hace saber a su padre que está vivo y no antes? ¿Por qué lo dejó sufrir en vano tanto tiempo?

En un pueblo, en Polonia, vivía un judío despreciado. Pero distinto a lo que habitualmente ocurría, no era despreciado por los gentiles sino por sus propios congéneres. Lo llamaban “Yósele HaKamtzán”, “Yósele el miserable”, porque a pesar de ser un hombre muy rico se comportaba avaramente con su comunidad. Todas las veces que los Rabinos y dirigentes se habían acercado a él para pedir una contribución para una obra de caridad terminaron recibiendo un categórico “no”.

Pasaron los años y Yósele el miserable enfermó y murió. Cuando había que enterrarlo la Jevrá Kadishá se negó a hacerlo, no iban a enterrar a un judío que se había desentendido de sus hermanos y había despreciado el precepto fundamental de “No te desentenderás de tu propia carne (hermano)”. Para ellos no era más que un judío renegado. El Rabino y su asistente tuvieron que hacer ellos mismos la purificación del cuerpo y el entierro. Lo pusieron contra la pared en clara señal de desprecio y escarmiento.

Pasados quince diez días de la muerte de Yosef, comenzaron los pobres a presentarse delante del Rabino, cada uno con su reclamo. “El panadero no nos quiere fiar”,“El carnicero dice que le debemos pagar en efectivo”, “el almacenero ya no nos hace el importante descuento que solía hacernos”.

El Rabino llamó a los tres, ¿cuál sería la razón de esos cambios? El panadero fue el primero. –Estoy sorprendido –le dijo el Rabino– ¿por qué ya no fías más a los pobres? –Lamento la situación Rabino, pero debo confesarle algo que hasta ahora traté de guardar con celo porque era la condición que me había impuesto esta persona. Yo nunca les fié de mi bolsillo, y lo que nunca pagaban y yo les volvía a fiar no salía de mi dinero. Yósele el miserable me daba mensualmente todo el dinero que yo no les “cobraba” a los pobres. Durante 25 años los pobres comieron pan casi gratis o gratis gracias a Yósele. La misma historia serepitió con el carnicero y el almacenero.

El Rabino estaba abatido, cómo pudieron sospechar y juzgar así a un hombre que hacía tzedaká de la manera más elevada, anónimamente.

El Rabino reunió a todos la comunidad y les contó lo sucedido. Luego fueron todos, y en especial la Jevrá Kadishá, a pedir perdón a la tumba de Yósele. Desde ese día le agregaron una palabra al viejo apelativo “Yósele Kamtzán Kadosh”, Yósele el miserable Santo.

El Or Hajaim Hakadosh explica el motivo. Al principio, cuando Yosef todavía era esclavo, le era imposible poder comunicarse con su padre e informarle. E incluso que lo hiciera, correría el riesgo de ser asesinado, ya que sus hermanos, por la gran vergüenza que iban a pasar, se confabularían para matarlo. También cuando ya fue nombrado virrey y esta sospecha ya no existía, optó por no avisarle, para no avergonzar a sus hermanos y toda su descendencia y prefirió guardar su sufrimiento. Incluso cuando sus hermanos vinieron a Egipto se esperó en informarles y planeó una estrategia para que los hermanos vieran que él no les guardaba rencor y de esta manera, restableció su relación con ellos y Yaakov nunca supo lo que pasó en verdad.

Vemos que Yosef no es sólo un gran intérprete de sueños, es también un hombre pragmático que toma en cuenta los detalles más profundos del alma humana para generar el mayor bien posible sin provocar vergüenzas. También nuestros Sabios le agregaron a este Yosef un apelativo a su nombre: Yosef “HaTzadik”, Yósele “el Justo”.

 

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