Vaikrá: Cuerpo y alma

Para la mesa de Shabat – Parashat Vaykra

Por: Rabino Ilan Ariel Rubinstein. Todos los Derechos Reservados


“Habla al pueblo de Israel y le dirás: ‘Un hombre de entre ustedes que ofrezca un sacrificio animal…” (Vaykrá 1:2).
“Y un alma que ofrezca una ofrenda vegetal al Eterno” (Vaykrá 2:1).

En esta parashá comienza la larga lista de ofrendas que opcional o obligadamente debían traerse al Beit Hamikdash. Más allá del acto práctico de traer la ofrenda, ésta contiene una enseñanza importante para

el individuo que la traía. El animal o la ofrenda vegetal no cumplen por sí mismas la expiación si no traen aparejado la meditación y el acercamiento a D-os. Si es una ofrenda expiatoria lo más importante es el reconocimiento del error y la disposición a abandonar el mal camino.

Sin embargo hay todavía un aspecto más profundo que D-os nos quiere enseñar a través de las ofrendas.

En Auschwitz las condiciones de los internos eran insoportables. El trabajo era inhumano y muchos morían o en su desesperación se echaban al alambrado eléctrico para poner fin a sus sufrimientos. En esos terribles días un interno le confesó a un Rabino que ya no aguantaba más el hambre, que ya no le veía sentido a la vida y estaba pensando suicidarse. El Rabino que estaba en las mismas condiciones, cuando recibió su magra porción de comida, se la entregó a este hombre.

–No Rabino, no puedo aceptarlo, usted tiene tanto hambre como yo.

El Rabino le contestó: –Cuando yo como se alimenta mi cuerpo. Pero ahora estoy alimentando mi alma. Come por favor, no desprecies la vida.

Eventualmente este hombre vivió para dar testimonio de semejante grandeza de espíritu.

La Torá enuncia la ofrenda de esta manera: “Un hombre de entre ustedes que ofrezca un sacrificio animal”, alegóricamente D-os nos llama a ofrendar nuestra parte animal, nuestro cuerpo y nuestros instintos a Él. Que este cuerpo que encierra al alma esté al servicio de la misma, que nos ayude a desarrollar nuestra parte espiritual sin ser un obstáculo para ello. Tenemos que mostrarle a D-os que todos los medios que Él nos ha brindado trabajan armoniosamente para elevar al individuo haciéndolo más espiritual y menos primitivo.

Cuando la Torá menciona “un alma que ofrezca una ofenda vegetal”, nos está hablando del hombre pobre, quien no tiene más que harina para ofrecer. Generalmente el pobre es más humilde y no está aferrado a las cuestiones materiales como el rico. Alegóricamente pudiéramos decir que ya llegó a ser más alma que hombre,más espiritual que material, sin embargo todavía hay otro nivel espiritual que alcanzar.

Nos dice la Torá que la necesidad más esencial como es la alimentación también se tiene que ofrendar a D-os, también por medio de algo tan básico se puede uno acercar más a D-os. Así explicaron los sabios el versículo “El justo como para saciar su alma”, el justo come solamente como medio para que su alma pueda seguir creciendo, el alimento no es un fin en sí mismo, ni es un medio para el cuerpo, sino para el alma.

En definitiva, las ofrendas vienen a concientizar al hombre de su misión en la vida, de sacrificar, de canalizar correctamente su vida física hacia metas más elevadas. Cuando vemos quemarse al animal tomamos conciencia de lo efímero que es el hombre ¿Acaso eso es todo lo que quedará de nosotros? Al ver el humo que sube y se eleva reconocemos lo trascendente dentro de lo efímero.

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