Artículo: El poder del 10 a su alcance

Al estudiar el proceso de la creación como está descrito en Bereshit, nos damos cuenta que D´s creó el mundo con la palabra, “Dijo D´s: Haya Luz, y hubo luz” (Bereshit 1:3). ¡Todas las maravillas del mundo, toda la complejidad del macro y micro cosmos, todo lo que existe, fue creado con palabras! Pero D´s, aunque podría haberlo hecho, no creó el mundo de una vez, con una sola palabra, sino que “con diez enunciados fue creado el mundo”. ¿Por qué diez enunciados? Nuestros sabios nos brindan una magnifica explicación:

“Con diez enunciados fue creado el mundo. ¿Y qué se aprende de ello? ¿Acaso con un sólo enunciado no pudo haber sido creado? Mas así fue para … y para otorgar una buena recompensa a los justos, quienes sostienen al mundo que fue creado con diez enunciados”. (Pirke Avot 5:1)


A un nivel superficial, uno puede pensar que los sabios simplemente nos explican porque D´s no creó el mundo con un solo enunciado, pero la pregunta de por qué diez sigue sin respuesta. Sin embargo, al analizar la Mishná con más profundidad, percibimos que ésta supone una comparación implícita entre D´s y el hombre. D´s es el Creador mientras que el hombre (los Tzadikim) es el sostenedor. Diferentemente de otros seres vivos, el hombre recibió una “Nefesh Jaim” – un alma viviente. Según nuestros sabios esta alma especial, la imagen y semejanza a D´s, se manifiesta concretamente en la habilidad de hablar.

De hecho al insuflar en el ser humano este poder especial, D´s terminó la creación del mundo. Completado el proceso creativo, empezó el proceso de sostener lo creado. D´s creó el mundo con la fuerza de la palabra, y transmitió este poder, el poder de sostener la creación, al ser humano. ¿Seria lógico, entonces, decir que el mundo se sostiene por la palabra del hombre? La respuesta está en el mismo Pirke Avot (1:2):

“El mundo se sostiene sobre tres cosas: la torá, el culto divino (tefila) y los actos de bondad”.

El factor en común que hay entre estos conceptos es que los tres se realizan por medio de la palabra! No solo el estudio de la Torá y la tefilá, se llevan a cabo por medio del habla, también el “jesed” (actos de bondad), a diferencia de la Tzedaka (caridad) se hace con palabras de consuelo, de aliento y de motivación.

En este punto nos preguntamos ¿Si D´s creo el mundo con diez enunciados, también el hombre lo debe sostener con diez enunciados?

Empecemos por el Jesed. La torá nos relata que Sdom fue destruida por la crueldad de sus habitantes. Abraham intenta convencer a D´s que no la destruya, pero cuando ve que en Sdom no hay diez personas buenas se da cuenta que el intento es fútil. Con diez enunciados D´s creo el mundo, con diez enunciados el hombre lo sostiene!

Sobre el estudio de la Torá, nos enseñan nuestros sabios: Ribbí Jalafta ben Dosá, hombre [de la aldea] de Kefar Jananiá, dice: Diez [personas] que están sentados estudiando Torah la Presencia Divina, mora entre ellos. (Pirke Avot 3:6)

Lo mismo se aplica a la Tefila. El rezo individual por supuesto que tiene valor, sin embargo no tiene la fuerza de sostener el mundo. Es impresionante la fuerza del Minyan!

Nuestra tradición nos enseña que cuando diez judíos re reúnen, la presencia divina está entre ellos. Cuando una persona reza sola, debe rezar con tan grande pureza de intención, para que sus palabras puedan “llegar a los cielos”, mientras que uno que simplemente se sienta callado en un Minyan desfruta de toda la influencia de lo más puro y elevado de todos los rezos, pues con diez enunciados se sostiene el mundo.

En la reunión de diez judíos está la fuerza creativa de D´s, está la fuerza sostenedora del ser humano.

El que reza sin Minyan, pierde mucho. Pierde cinco Kadishim, dos Bareju, la repetición de la Amidá y los trece atributos de misericordia. La perdida no es cuantitativa, sino cualitativa. No se trata de rezar menos, sino de abdicar de la fuerza, del poder de realmente cambiar el mundo. Todos nosotros queremos que D´s escuche nuestras peticiones, que acepte nuestras tefilot. Sin embargo, cuantos de nosotros utilizamos la magnifica y poderosísima fuerza que D´s nos dio, la fuerza de los diez enunciados, la fuerza del Minyan?

Serian algunos minutos menos de sueño o de ejercicio físico, un precio tan caro a pagar por el poder de cambiar el mundo? Hay algo en el mundo que se pueda considerar motivo suficiente para abdicar del poder de traer curación a un pariente o conocido?

Estoy consciente de que no es fácil sentir esto mientras tenemos el sidur con sus palabras raras e indescifrables en manos. Por eso, le invito a aclarar sus dudas y sus sentimientos, a estudiar el fabuloso texto del sidur, encontrar su camino personal dentro del rezo estandarizado. Además del estudio teórico, le invito a  “entrenar” sus habilidades de conexión y elevación. El cambio no ocurre de un día al otro, es necesario invertir una considerable dosis de esfuerzo para lograrlo. Pero al final vale la pena. Cuantas más veces participes del Minyan, más sentirás los efectos de armonía y tranquilidad que la conexión con el Creador, fuente de todo el bien, proporciona.

A Usted D´s confió el poder de los diez enunciados, le invito a ejercerlo.

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