Por: Rabino David Zaed – Comunidad Maguén David
¡Pst!
¡Hey!
Sí. Tú.
A ti te hablo.
No mires para todos lados. Sólo escucha.
No te parece, estás escuchando una voz. Es la mía. Soy Yo.
¿Cómo que “cuál yo”? Yo. El Único Yo.
¡No, no! No te distraigas; no es tu imaginación. En serio que te estoy hablando a ti. Ponme atención.
Sí, sí. Soy Yo y me estoy dirigiendo a ti. ¿Por qué? Porque tú eres para Mí muy importante. No. No señales a nadie. Tú eres para Mí el más importante de todos los que están aquí. En este Bet Hakenéset, lleno de hombres y mujeres, para Mí es como si estuviese casi vacío, y sólo estamos nosotros dos.
El error que cometes es que crees que tú no eres digno de que Yo te hable solamente a ti. Para Mí no hay imposibles. En el mundo no ha otra persona más que tú, y todo el mundo y el universo lo he creado sólo para ti. Todo el planeta tierra y todo lo que lo contiene, es para ti. Alza tu vista al cielo; todo lo que ves, es para ti solamente. Si te paras y pronuncias “Ma rabú maaseja, Hashem” (¡Cuán grandes son tus obras, Hashem!), valió la pena que lo haya establecido a lo largo de los miles de años de existencia, nada más para ese instante.
No bajes la cabeza, siéntete orgulloso, porque Yo estoy orgulloso de ti. No pienses en tus faltas, Yo leo tu corazón y sé que estás verdaderamente arrepentido, y que tomaste la decisión de no repetirlas. Y Yo te voy a ayudar a que no incurras nuevamente en ellas, porque cuando vienes a purificarte, recibes mi asistencia. Y si tú te acuerdas de tus faltas, Yo me las olvido. Ésa es la verdadera Teshubá.
Eso es lo que quiero de ti, hijo Mío: tu Teshubá. Yo quiero acercarme a ti, pero para eso tú tienes que tener la voluntad de acercarte a Mí. ¿Cómo? Ya sabía que me ibas a preguntar eso.
Puedes aprender a conducirte en el Camino Correcto observando a los Tzadikim y a las Tzadikot. No tienes que imitarlos, sino aprender de sus acciones y adaptarlas a tu personalidad, porque cada individuo es eso: individual. Y estos Tzadikim y Tzadikot, ¿de dónde aprendieron? De la Torá. Yo he creado el universo, y la Torá es su explicación. Allí encontrarás todas las respuestas a preguntas que ni se te hubiera ocurrido formular. Si quieres saber qué digo; qué pienso; qué quiero… ahí tienes la Torá. Estúdiala y desmenúzala. Analízala y disfrútala. Investígala y desarróllala. Pero principalmente: cúmplela al pie de la letra. No le agregues nada, porque en ella está todo. Y Jas Veshalom no le quites ni le modifiques nada, porque Yo la he dado para todas las generaciones. No hay nada más original; está antes de la creación del universo. No hay nada más actual y vigente, y cuanto más la conoces te das cuenta de ello. Y mientras estudias la Torá, trata de difundirla. Por cada Yehudí que atraes al Camino de la Torá, te haces meritorio de Mi Bendición.
Ahora piensa un poco: ¿A ti no te place escuchar la voz de tu hijo? A Mí también. Cuando pronuncias la Tefilá; cuando dices una Berajá, me deleito al escucharte. Y si no dices ni Tefilá ni Berajá seguramente te voy a dar lo que necesites, sólo que Mi deseo es que lo que te doy, tú te lo ganes; que te lo merezcas. Y con unas pocas palabras que sacas de tu boca, todo lo que tienes, es tuyo, porque con esas palabras lo adquiriste. Aquello que tú consideras tan valioso, Yo te lo puedo regalar, o dártelo como limosna, pero prefiero “vendértelo” a un precio muy bajo.
Y de las Mitzvot que vas a cumplir, me alegra y satisface que hagas las que guardan relación entre nosotros dos. Pero las que más me interesan son las te relacionan con tu prójimo. Y para saber cómo son las Mitzvot que debes cumplir entre tú y tus semejantes, observa cuál es Mi conducta contigo: Yo tengo mucha paciencia con tus errores; tú no juzgues apresuradamente, y mucho menos reacciones con castigos o con venganzas hacia los demás. Yo tengo confianza en ti, pues te doy muchas cosas buenas antes de que hagas merecimientos por ellas; tú también confía en los demás y otórgales el beneficio de la duda. Yo te perdono, aunque me fallaste; tú también, no seas rencoroso y deja pasar las faltas de los demás. Yo te doy más de lo que tú me pides, y a veces sin que me lo pidas; tú también, sé generoso con los demás sin esperar recibir nada a cambio.
Tú, hombre: quiero verte en Mi Casa todos los días, y quiero que me lleves a tu casa todos los días.
Tú, mujer: cuando cuidas las auténticas normas de la Pureza Familiar, como lo establece el Shulján Aruj, estás siempre pura, aunque tu cuerpo aparentemente no lo esté.
Ustedes dos: Yo les di el más hermoso regalo de la vida; los hijos. Cuídenlos, educándolos en el Camino de la Torá, porque con ella tendrán la garantía absoluta mediante la cual podrán adquirir la eternidad. Los padres que conducen a sus hijos en el verdadero Camino de la Torá, no morirán nunca…
Les tengo reservado un Mundo Eterno, y pueden darle una probada en este mundo. Es Mi Día; es el Shabat.
Yo soy Único. ¿Sabes por qué me dirijo a ti? Porque así como Yo soy Único para ti, tú eres único para Mí.
Rab David Zaed
Bet Hakenéset Shaaré Tzión
Comunidad Maguén David – México
vaya ! es un correo estupendo. quisiera me añadieran a sus listas de difusión. que bueno que exista algo asi en este país. gracias
con “en este país”, debí decir mexico