A caso Reb Mordje perdió el juicio mental?

Reb Mordje
Reb Mordje

Por Rabino David Tabachnik

Rápidamente se esparció el comentario que Reb Mordje perdió el equilibrio mental. Se trataba de una personalidad relevante en la comunidad, un hombre sabio, docto e ilustrado. Reb Mordje era sagaz y un gran conocedor del Talmud y la ley judía. Decir que Reb Mordje perdió el juicio, es como afirmar que el mundo se dio vuelta. Por lo menos, el mundo de Reb Mordje.

El tema comenzó antes de la primera guerra mundial. Reb Mordje era un joven y exitoso miembro de su comunidad, reconocido por sus grandes conocimientos.

 Tenía cuatro hijos muy perspicaces, traviesos, bulliciosos, inquietos, inteligentes y dotados de gran capacidad. Reb Mordje se ocupó para que los mejores maestros de la zona, le dieran clases a sus hijos y así éstos crecieron como jóvenes capaces y eruditos, con amplios conocimientos del tesoro cultural judío. Así los padres invirtieron gran parte de su peculio, en la educación judía de sus hijos. Reb Mordje y su esposa Mirl se deleitaban con las najes (orgullo) que ellos les proporcionaban. 

La primera guerra mundial estalló. El pueblito donde ellos residían fue destruido y la familia llegó a Praga. Las cosas se complicaron. El cambio fue fatal. El sustento no abundaba y la vida judía en esos tiempos de Praga, no estaban acorde al estilo de Reb Mordje y su familia. 

Allí, en el pueblito, cada madera y cada piedra exhalaban santidad y vivencias judías. En Praga, la gran ciudad, la vida era diferente. Los niños ya se hicieron hombres y cada uno buscó su suerte en otras latitudes. Aizik emigró a Londres, Moishe se fue a Nueva York, Yankl y Berl viajaron a Viena. 

Reb Mordje y su esposa Mirl se quedaron en Praga, en su pequeña casa en la cual cultivaban algunas verduras que ayudaban al sustento. Una sola preocupación tenía Reb Mordje: ¡los hijos! Su pensamiento y sus oraciones estaban dedicados a ellos. Los tiempos eran diferentes a los de hoy. La partida de un hijo, era una despedida para siempre. ¿Quién soñaba con teléfonos, fax, email? Cada tantos meses llegaba una carta, que sólo daba alguna señal de vida. 

La angustia era terrible. ¡Se sentían ellos tan solos en la vida! Pasaban horas mirando las sillas vacías alrededor de la mesa, recordando los momentos en los cuales con entusiasmo estudiaban juntos las páginas del Talmud y las interpretaciones de los sabios y ahora, sólo congoja la ansiedad de saber respecto a la situación de sus hijos. ¿Acaso continuarán con la tradición que les hemos transmitido? ¿Quizás el trabajo los absorbe y no tengan el tiempo necesario para dedicar al estudio? ¡Las cartas dicen tan poco! 

Pero Reb Mordje no se atrevía a preguntar en su respecto a esa duda que carcomía su existencia. Antes de viajar cada uno de sus hijos prometió que mantendrían la tradición, que permanecerán fieles a las normas del judaísmo y diariamente establecerán tiempos para el estudio de la Torá.

Pero Reb Mordje, en un desasosiego interminable, no quería formular esas preguntas. Nada más le importaba. Del éxito en su trabajo estaba seguro. Eran muchachos capaces. ¿Pero el Idishkait (judaísmo)?

El tiempo pasó.

El comentario comenzó a difundirse. Reb Mordje perdió el juicio. Desde la ventana de su casa se lo escuchaba hablar con entusiasmo. Eran disertaciones sobre temas talmúdicos. La gente que se asomaba  lo veía en la cabecera de su mesa, hablando solo, discutiendo respecto a a párrafos del Talmud, como si alguien estuviera dialogando con él.

Se veía animado, apasionado y discutía con fervor. Uno de sus conocidos que profesaba gran respeto por Reb Mordje en medio de esas disertaciones, entró en la casa y pidió permiso para acercarse a la mesa.

Sobre ella había varios libros. Tratados del Talmud y diversos “sforim” (libros de judaísmo) con interpretaciones de los sabios de y sus comentarios. Sobre ellos, cuatro páginas escritas a mano, a ambos lados.

Reb Mordje, con gran calidez y una amplia sonrisa, le dijo a su inesperado huésped: “Aizik me escribe desde Londres, sobre la opinión de Rashi y Moishe desde Nueva York la quiere refutar, mencionando a los Tosafot. Yankl y Berl desde Viena, cada uno manifiesta una opinión diferente, basándose en otras fuentes y yo aquí en Praga, tengo que debatir estos temas para que todos juntos lleguemos a la interpretación correcta del texto talmúdico”. A través de un intercambio epistolar, los hijos de Reb Mordje desde diferentes lugares del mundo, estudian juntos las páginas del Talmud. Ellos quedaron fieles a la tradición de su padre”. 

Extraido del libro “Por los caminos de la Eternidad” del Rabino David Tabachnik con permiso del autor.

Para conseguir este libro y los demás libros del Rabino Tabachnik escribe a tabachnik10@hotmail.com

 

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