Ki Tisá: Tu reacción es importante

Por el Rabino Ilan Rubinstein

“Y cuando Moshé se acercó al campamento y vio el becerro y las danzas, se encolerizó de sobremanera y rompió las tablas, arrojándolas contra la piedra de la falda del monte” (Shemot 27:20).

La Torá nos relata el suceso más dramático de la relación del pueblo con D-os, la elaboración de un becerro de oro en ausencia deMoshé y el servicio al mismo.

¿Por qué cuando se acercó al campamento, se encolerizó y rompió las tablas, y no anteriormente cuando D-os le informó lo que había hecho el pueblo?

En una ocasión iba el Rabino de la ciudad rumbo al Shul cuando pasó por un restaurante y sorpresivamente vio allí a uno de sus feligreses más devotos en el momento en que le traían un plato exquisito, un cerdo con una manzana en la boca. El Rabino entra al restaurante y

se lo queda mirando sorprendido.

¡Qué momento! ¿Qué haría ahora frente a su Rabino? El feligrés observó al Rabino y con una sonrisa temerosa, le dijo:

–¡Fíjese que extravagantes que son aquí, les pedí una manzana y mire como me la trajeron!

Explica Rabí Moshé Alshej que el ideal del servicio divino es cuando se hace con alegría, como se expresa D-os cuando reprende al pueblo: “Por cuanto que nome sirvieron con alegría y un corazón íntegro”. Yquien comete un error y siente remordimiento, siente vergüenza, hay esperanza de que se arrepienta.

Cuando Moshé estaba en el monte, D-os solamente le informó lo ocurrido pero no le dijo la actitud del pueblo. Cuando Moshé bajó y vio la alegría y las danzas, se enojó mucho ya que quien se alegra de sus errores no toma conciencia de los mismos y lejos está de arrepentirse.

El Rab Simja Bunim Sofer explica que Moshé pensó que al presentarse delante del pueblo, automáticamente se avergonzarían y dejarían la idolatría, pero he aquí queMoshé se acercó a ellos y ellos continuaron como si nada pasara, por este motivo se encolerizó Moshé.

Ambas explicaciones apuntan al mismo principio. Todos podemos tener errores y tentaciones, pero alegrarse con ellos, perder la vergüenza y hacerlo desfachatadamente ya es algo muy distinto. Este es el punto de inflexión entre seguir adentro o haber pasado todo límite posible.

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